"Hogar, dulce hogar", tres palabras tan obvias que adquieren un sabor diferente cuando tus días fluyen dentro a las mismas paredes.

 

Probablemente haya comenzado a apreciar este lugar, donde solía pasar solo unas pocas horas al día y, a menudo, apurado.

Te das cuenta de que la casa sigue siendo el único refugio donde puede existir. En esta nueva vida diaria, los conceptos de espacio y tiempo se han invertido día a día y el espacio doméstico al que estábamos acostumbrados ha adquirido otras formas y funciones.

El espacio exterior está invadido por el mundo exterior y, según las horas del día, las salas de estar de la casa se transforman en salas de reuniones, oficinas, gimnasios de capacitación, cocinas en áreas de juego para niños y baños en salones de baile. El espacio en el que vives se vuelve adaptable, flexible y reversible según sea necesario.

Por primera vez nos damos cuenta de que ese balcón poco usado es ahora el único punto de contacto con el exterior y que el ático que tanto te asustaba como un niño, ahora se convierte en el lugar donde te refugias para estar solo. Y aunque nos damos cuenta de que esta cuarentena no será la misma para todos, reflexionamos sobre la diferencia que puede hacer una gran ventana o un jardín y en un momento nos sentimos agradecidos por los rayos del sol que se filtran en nuestra habitación.  

 

En poco tiempo nuestro nido comenzó a permanecer cerca de nosotros, las paredes de la casa nos recuerdan a las de una prisión, y cuando la aplicación del podómetro de salud marca 100 pasos por día, caminos entre la cocina y el dormitorio, nos damos cuenta habiendo perdido el tamaño del espacio.

¿Pero qué hubieras hecho si hubieras sabido antes?  

 

Con todas las reglas y los límites que deben respetarse, nuestra imaginación puede escapar a otros lugares.

Pero a dónde irías? de que no podrias prescindir?

Cerrarías el mar en una habitación o moverías tu cama a la cima de una montaña?

 

¿Cuál hubiera sido tu espacio ideal?

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